
La confitería se llama "al fin y al cabo" y es pura ventana. Nos levantamos y nos acostamos mirando el estrecho de Magallanes, con una vista privilegiada de Cabo Vírgenes, que de virgen parece ya no tener tanto. Si bien la línea del horizonte acá siempre esta a la altura de tus ojos, y el cielo parece ser el dueño del lugar, a lo lejos se vislumbra el mundo de hoy, plataformas petroleras en el mar como naves espaciales ancladas en el agua. Empezamos a conocer a los vecinos de este lugar. Pegados a nosotros en un pequeño vallecito, bajo el faro, los marineros que se encargan de prender todas las noches el guía de altamar. A seis kilómetros sobre la costa, la casa de los guardafaunas que cuidan de la reserva de pingüinos y a nuestra derecha unos cuantos kilómetros más una fabrica de petróleo.
Desde que abrimos la confitería todos se encargaron de hacerse conocer, los guardafaunas se hicieron bastante habitúes de las cosas dulces que cocinamos, tortas, masitas, alfajores etc., los petroleros solo vienen en busca de alcohol y con los marineros ya hemos compartido más que mates, tortas y otras hierbas… como buenos vecinos, nos invitaron un día a comer, Fabián y Daniel cocinaron y nosotros llevamos de postre un flan. Nos hicimos tan intimos vecinos que Fabian, un gran artesano, nos regalo una cuchara de madera tallada por él. Si bien en un primer momento (debo reconocer mis prejuicios) me incómodo saber que habian sido educados en un lugar tan nefasto como la Esma, ahora sólo los veo como buenos amigos.
Los turistas van llegando de a poc

Desde que llegue acá, sentía que me faltaba algo, que estaba de alguna manera “lejos” del cine… no se bien en que sentido pero bueno…, le aposté en un partido de ping pong a Norberto el cocinero de la gamela, la televisión de su pieza, pero prefirió dármela de buena gana (tal vez sabiendo que perdía jajaj) alegando que prácticamente no la usaba, así que ahora nos la pasamos mirando películas de noche.

El último domingo a la tarde llegaron a la confitería dos franceses y una uruguaya después de un rato de charla nos contaron que estaban filmando un documental sobre la patagonia, se quedaron largo rato charlando, le contamos del viaje que estamos haciendo y Eric el director y Axel el camarógrafo se entusiasmaron mucho con nuestra aventura. Nos pidieron alojamiento y le conseguimos una pieza en la gamela, como todos los domingos a la nochecita nos volvimos a la estancia y ellos se ofrecieron a llevarnos.
Al otro día Eric nos vino a hablar, quería entrevistarnos sobre el viaje y que hacíamos en la patagonia y aceptamos. A la tarde estábamos Ceci y yo tirados en el pasto de la entrada de la hostería hablando frente a la cámara “de la vida misma” del viaje y de la patagonia. La entrevista duro mas de 20 minutos, a la noche Axel vino a la cocina a tomar unos tragos con nosotros y nos contó que íbamos a aparecer en tres de los cuatro capítulos del documental que sale para el canal 5 de Francia en marzo, al otro día se fueron, nos saludamos como amigos y los despedimos como si los conociéramos de toda la vida, agradecidos de haber conocido gente de lejos tan parecida tan cerca a nosotros, se fueron a seguir su peli por tierra del fuego.
Me cuesta expresar en estos momentos lo que siento, creo que a veces la realidad

... de repente me encontré delante de la cámara queriendo tal vez estar detrás de ella, me encuentro viviendo frente al mar en un paraíso pero trabajando tal vez mas que en la ciudad…me prendo un cigarro, miro la noche y me río para adentro pensando, al fin y al cabo todo “es parte del camino…”.