jueves, 13 de enero de 2011

Hubo un tiempo que fue Hermoso... (o tanta alegria seguida me va a hacer mal!)


Nos fuimos de Ciudad de Panamá con la consigna de conseguir una casa para Laura, Yanquel, Tavo y Eli en Bocas del Toro para hacer la temporada todos juntos. Pasamos una semana en el Valle de Antón, una antigua boca de Volcán, que hace millones de anos que ya no funciona, y ahora es un hermoso valle de casas de fin de semana, nunca antes había estado en un lugar donde lloviera tanto. Paramos en la casa de Juan y ahí nos quedamos viendo llover y preparando el parche para la temporada. Cada tanto bajábamos a la playa Santa Clara a hacer unos mangos y volvíamos a subir a seguir tejiendo y a mirar películas. Cuando ya nos aburrimos de la lluvia, encaramos para Bocas.
Bocas del Toro, es un archipiélago de islas en el Caribe, al este de panamá cerca de la frontera con Costa Rica. Se habla tanto español como ingles, en la época de la construcción del canal llegaron a panamá muchos jamaicanos a trabajar que después con el tiempo se establecieron en Bocas y encima ahora con la cantidad de gringos turista el ingles es casi el idioma oficial de las islas hispanas, además Bocas del Toro por su influencia jamaicana está lleno de rastas que no resultaron muy “buena onda”.
Después de tomar una lancha, llegamos a la isla Colon (la principal) con la meta de encontrar una casa para alquilar. Buscamos por otras islas, Carenero, Bastimentos, pero no nos convencía tener que tomar todos los días una lancha para ir a trabajar, así que nos quedamos definitivamente en Colon. Por medio de un argentino conocimos a Scott, un típico yanqui de 50 anos aprox, que seguramente como tantos otros que hay en este lugar, vive en Panamá porque le resulta más barato que Houston o Texas, chupando birra todo el día, en alguna isla paradisiaca del Caribe. Un personaje muy simpático en definitiva.
Scott nos mostro una casa que tiene su ex esposa en el barrio Saigón, quedamos alucinados, 3 piezas con ventilador, mosquitero, cocina comedor, agua caliente, frezzer y horno. Típica casa americana, nada del otro mundo, pero para un viajero que vive en hoteles baratos, piezas de 2x2, o campings, esta casa era realmente un lujo, como el precio nos resulto accesible, por supuesto que arreglamos.
Los primeros días Ceci se enfermo, nos quedamos parando en un hotel esperando a los chicos para entrar a la casa de Scott. Salí en búsqueda de una pieza que resulte más barata que el hotel. Caminando por la isla encontré una viejita en su casa verde, antigua, alta, toda de madera, típica de esta zona, me dijo que alquilaba piezas, el precio era muy accesible y la viejita parecía dulce, una morena bajita de 89 anos, seguramente descendiente de jamaicanos… me resulto agradable así que volví entusiasmado a contarle a Ceci, teníamos que aguantar una semana para que llegaran los chicos y esa parecía la mejor opción, “que tan malo puede ser?” le dije a Ceci… “la vieja es divina”.
Creo que en todo el viaje nadie nos trato tan mal como “la abuelita”. Nos alquilo una pieza que daba al comedor, si me ponía en puntas de pie, veía todo el comedor porque la pieza no tenia techo, pegada a la nuestra dormía abuelita, enfrente nuestro alquilaron una pieza una yanqui y un nicaragüense, y al lado de ellos dormía el nieto de abuelita que era “diller”. Todavía no se bien que paso, la vieja empezó a tener mala onda con nosotros, nos acusaba de que “quemábamos” mucho gas, nosotros tratábamos de cocinar solo una vez al día mientras la otra pareja cocinaba 3 veces al día ocupando más de 2 hornallas, después nos empezó a negar el baño aludiendo que gastábamos mucha agua, mientras los otros se bañaban todos los días, no lo podíamos creer… a medida que pasaban los días la vieja peor nos trataba, a veces echándonos de la cocina, porque para ella no teníamos que estar los dos ahí. Como Ceci seguía con fiebre, yo me iba a trabajar y ella se quedaba todo el día soportando a “abuelita” (nunca supimos el nombre). Un día, según me conto Ceci, la pareja empezó a discutir en la cocina, a los gritos, intercambiaron unos golpes, y la yanqui empezó a gritar pidiendo ayuda, entraron corriendo, el vecino, abuelita, su hija que vivía al lado y Ceci, y entre todos lograron calmarlos. Al parecer esto no hizo más que empeorar las cosas para nosotros y seguir mejorándolas para la otra pareja, se ve que a “abuelita” le gustaban las telenovelas y como nosotros no le planteábamos ningún problema, ella sola los armaba.
Empezó a decirnos que un lunes nos teníamos que ir cuando habíamos acordado que nos íbamos un miércoles. Cuando la pareja de enfrente partió, “abuelita” los abrazo y les dijo que volvieran cuando quieran. Mientras tanto, como nosotros no aguantábamos mas, hablamos con Scott y le pedimos de entrar 2 días antes. Por supuesto, acepto. Cuando nos fuimos, “abuelita” estaba hablando con un vecino y apenas nos dijimos chau! Por suerte, la pesadilla había terminado
Nos mudamos al barrio Saigón, quizás el más pobre de Bocas, a la casa de Scott, y todo cambio para bien. A los 2 días los chicos llegaron y todo fluyo mágicamente. A la mañana, producíamos o nos íbamos a la playita del barrio si salía lindo el día y por la tarde íbamos a parchar a la principal, después de las 5 que terminaba de trabajar el corregidor (personaje de la municipalidad, tipo juez de faltas, que entre otras cosas, persigue a los artesanos extranjeros).
Como muchos turistas no había todavía en el pueblo y no se vendía tanto, a Ceci se le ocurrió hacer unas recetas de budines de Coco (que sacábamos de nuestro terreno), de Limón o Naranja y de Manzana. Las chicas (Ceci, Laura y Eli) cocinaban y los chicos (Tavo, Yanquel y yo) las vendíamos entre los pobladores de la isla, por suerte resulto todo un éxito y durante unas semanas vivimos el día a día con las tortas.
Un día, después de despedirme de la gente de la casa, me tome un barco, luego un colectivo, luego una moto y por ultimo un avión, y aparecí en buenos aires, para el casamiento de mi queridísima Hermana, Una seguidilla de película, fiesta en casa de los viejos, futbol con amigos, salida a boliches, asado y picadas, mas reuniones con amigos, visita al Monumental a ver al glorioso River Plate, abrazo y besos a sobrinos, ahijados, tíos, etc., nuevas reuniones con familia y seres queridos, y el tan esperado casamiento…Viví de fiesta…creo que volví a estar sobrio el día que me tome el avión de regreso a Panamá.
La galera me esperaba ansiosa en Bocas porque traía varios regalos, entre ellos 3 fernet que todos recibieron agradecidos. La lucidez no duro mucho igual porque la fiesta continúo… en el transcurso de los días que había estado ausente, llegaron muchos artesanos sobre todo argentinos y con todos hicimos grandes amistades. Así que empezó a ser habitúe reunirnos en casa, ya que era la más grande y cómoda. Empezamos festejando el cumple de Seba, con abundancia de comida y algún que otro baile, y al otro día como había sobrado nos fuimos a comer todos juntos (aprox. 20 personas) a la playa del barrio y pinto el vóley playero que con el tiempo se hizo un clásico de los encuentros.
Por otro lado, la venta en la calle se empezó a complicar. Un día cayó la policía con una carta del intendente que prohibía la venta de artesanías extranjeras, con la amenaza de confiscar todo y ponernos una multa de 500 dólares. Fue un susto, con suerte. A los pocos días mientras mangueábamos con Tavo en el hostal Gran Kahuna porque no queríamos parchar en la calle, conocimos a Monza, catalana, dueña del lugar, que nos invito a parchar adentro los días que quisiéramos. Por supuesto que aceptamos. Armamos una especie de negocio a la calle con los 3 parches de la casa. Un buen refugio para cubrirnos del acecho de la policía.
Faltando pocos días para las fiestas, llegaron a la casa más amigos. Lisandro, Valerio (argentinos) y Mauricio (colombiano) que juntos forman la banda Pachanga, hace más de un año que están viajando por Latinoamérica haciendo música, y como son muy amigos de Laura y Yanquel se quedaron parando en el comedor de nuestra querida casita. El mismo día además, llego Seba, el chico de glew que viaja por América con una Motomel que también encontró refugio en nuestro living. En total ya éramos 10.
Y llegaron las fiestas nomas… por supuesto que fueron en nuestra casa. Para La navidad, éramos casi 25 viajeros de varios lugares distintos pero sobretodo argentinos. Los 10 de la casa más: Seba y Luli, Maca y Dom (frances), Mechi y Gonza, Tabata (chilena) y Andrés (que habían vivido en la casa mientras yo no estuve) Tono y Vea españoles con su hijito Pablo, Wilfredo (panameño) Venus (panameña) y Troy (jamaicano)… y una pareja de unos argentinos que nunca supe el nombre porque pasaron solo ese día en bocas. Todo salió hermoso…salsas de todo tipo con panes caseros, ensaladas, 11 pollos a la parrilla, tortas y postres helados… etc. etc. Como los Pachanga ese día no tocaban, teníamos audio así que preparamos todo la casa por la tarde (me acorde mucho de casa abierta!) y luego a la noche después de estar empachados de comida se largo el baile, por suerte me dejaron un rato largo en las bandejas así que estuve pasando música un par de horas, uno de mis hobbies preferidos. La fiesta termino a altas horas de la noche. Al otro día nuevamente todos a la playa a seguir comiendo y a jugar el clásico vóley playero.
Año nuevo nos recibió mejor todavía… nuevamente en nuestra casa pero esta vez organizamos algo a la canasta, todos tenían que traer algo para compartir, así que hubo más comida y mas bebida que la fiesta anterior, después de brindar, nos fuimos al bar la iguana que tocaban los Pachanga. Una verdadera fiesta argentina, temas como Matador, la pollera amarilla y mucha cumbia colombiana, hicieron estallar la pista, una locura… luego de bailar a pleno con la banda salimos al patio del bar, como estábamos casi empapados, con Ceci nos tiramos al mar y atrás nuestro fueron cayendo muchos más. Como no hacía casi pie me agarre a un poste del bar y me corte el pie con un caracol, pero ese día no lo sentí, aunque me sangro bastante. A las 5 de la matina nos fuimos a otro boliche. La fiesta termino en el Barco Hundido, a pura salsa y reggeton. Por supuesto, que al otro día nos fuimos a la playa del pueblo a seguir comiendo y festejando pero esta vez no me pude sumar al vóley porque apenas podía caminar.
Me recupere antes de tiempo del corte en el pie motivado porque en el transcurso de la semana, seba había organizado un partido contra el combinado de Bocas del toro en cancha de 11 y ni loco me lo quería perder. Aunque quizá hubiese sido mejor verlo desde el banco. El día del partido llovió mucho y la cancha estaba imposible, pensamos que los rivales ya no iban a venir pero llegaron a último momento y al final jugamos. Bah…Jugamos es una forma de decir, apenas si nos podíamos mantener parados, como todos teníamos zapatillas lisas nos caíamos en todos lados y apenas podíamos tener la pelota, encima ellos eran jugadores semiprofesionales (después nos enteramos que había 3 del seleccionado panameño) con botines de tapones altos, medias, camisetas y hasta técnico. Terminamos el primer tiempo completamente embarrados (ellos apenas sucio los botines), como cuando éramos chicos y jugábamos en el potrero, y perdiendo 4 a 0, obviamente que en el segundo tiempo todo se desvirtuó, de a poco nos fuimos yendo de uno porque ya no tenía sentido seguir y se quedaron jugando entre ellos.
Un día con la banda completa organizamos una salida todos juntos al cayo Zapatilla, una isla desierta a una hora y pico de la Isla Colon, después de conseguir una lancha para 17, partimos hacia una bahía a ver delfines pero justo ese no quisieron aparecer, luego seguimos a cayo Coral, un lugar paradisiaco, a hacer snorkel. No creo que en mi vida haya visto algo tan hermoso como vi bajo el agua en ese lugar. Creo que ningún movimiento artístico o rockero, puede superar la psicodelia que hay debajo del mar. La combinación de colores flúor, las formas de los corales, y los peces que habitan esa comunidad debe ser de los más bello que conozco. Nos fuimos después de unas horas camino al zapatilla, con la esperanza de volver pronto. El cayo zapatilla resulto una isla hermosísima que se le da la vuelta completa en media hora aprox. Nos quedamos acampando todo el día en la playa, y volvimos a la tardecita, con una satisfacción enorme en el cuerpo por haber vivido semejante experiencia.
Para no perder la rutina a los pocos días, volvimos a festejar en casa el cumple de Luli la mas chica de la banda (23 años) con piñata, caramelos, globos, y obvio que riquísimas comidas.
Pero como no todo es alegría y la vida te ensena que todo mantiene un equilibrio, lamentablemente ese mismo día la policía en una requisa metió preso a 5 artesanos que estaban parchando en la calle, que si bien no eran de esta enorme banda con la que habíamos hecho semejante amistad, si los conocíamos muy bien y también en algún momento habíamos compartido cosas. Fue un aviso para todos, a los chicos le quitaron los paños y les pusieron una multa de 500 dólares. Hasta salió en el canal del pueblo. Una mierda. Al parecer, los habrían denunciado los rastas que viven por aca, que también son artesanos y que no miran a ninguno de nosotros de la mejor manera. Quedamos todos muy preocupados.
Para mí fue inevitable no pensar en Buenos Aires. Hacia poco había estado y habían surgido problemas con tierras ocupados por hermanos argentinos y bolivianos. Las preguntas me vienen inmediatamente a la cabeza: ¿porque hay gente que cree realmente que el problema es la inmigración? ¿Qué los que migran no quieren trabajar o que les roban el trabajo a otra gente? Yo con mis humildes collares y mis artesanías ¿puedo llegar a sacarle tanta plata a un país? Un boliviano trabajando casi esclavo en un taller de costura ¿puede perjudicar la economía de un país? Por favor no jodan, cuando vamos a entender que somos todos hermanos, que el problema realmente es otro y no la gente que migra buscando una vida más digna. El problema de este sistema de mierda es que excluye a los que menos tienen y a los ricos (o en este caso gringos) porque están forrados en plata sometiendo pueblos, tienen servidas en bandejas las tierras de las islas del Caribe.
Por suerte llevo la vida que quiero e intento ser feliz y debo estar agradecido de lo que me toco, realmente no me puedo comparar con los padecimientos que sufre un hermano latino (sea boliviano o peruano o de cualquier otro lado) en Argentina intentando tener un pedazo de tierra o un trabajo digno, pero desde mi humilde posición siempre me voy a solidarizar con todos los pueblo latinos, porque si bien desde otro lado, a mí también me toca esa concepción tan arraigada que tenemos los latinos sobre nuestros vecinos y sobre el extranjero. Todavía pesa en América esa zoncera tan argentina de Civilización y Barbarie. Y seguimos creyendo que es mejor que un europeo venga a hacer negocios que darle trabajo a un latino.
Hoy cayo la policía al hostal y nos dio el ultimátum a nosotros, sino nos íbamos nos guardaban un día y nos sacaban las cosas. Yo me puedo ir pero no todos tienen la misma suerte… próxima estación…Costa Rica