sábado, 20 de noviembre de 2010

Estamos todos en naufragar

No nos apareció otra posibilidad de viajar en velero como con los turcos , así que decidimos agarrar por otro lado. Después de unos días mas en Cartagena, dejamos la casa de Gladys y Cristo y nos fuimos a Montería a cruzar a Panamá por el tapón del Darien.
Entre Colombia y Panamá no existe una ruta oficial por tierra que los una. Si se quiere cruzar a Panamá, uno debe cruzar por agua o por aire, al parecer la zona es “caliente”, ademas de las dificultades del terreno, es zona de guerrilla o narcotráfico y por eso la ruta panamericana se corta. Por nuestro presupuesto, decidimos ir por agua bordeando parte de Colombia y Panamá
Llegamos a Montería a medianoche y nos quedamos en la terminal mirando Harry Potter hasta que a las 3 de la mañana, nos tomamos una combi a Turbo, ultimo pueblo de Colombia que llega la ruta. El camino era de tierra y lleno de pozos, entre vegetación selvática, montanas y fincas bananeras, la noche se hizo larga, apenas pude dormir. Por suerte llegamos 8:30 de la mañana, el barco salía a las 9 y todavía quedaban cupos, estábamos advertidos que Turbo no era un pueblo para quedarse y nos dio toda esa impresión. A las 9 y pico, salimos en una lancha super rápida con dos motores enormes y 20 pasajeros hacia Capurgana, ultimo pueblo colombiano que tiene migración antes de la frontero con Panamá viaje en lancha fue tranquilo, paramos en algunas playas a dejar pasajeros y seguimos. Duro unas 2 horas y apenas se veían las orillas.
Capurgana es un pueblito hermoso, no tiene autos, las calles son angostas de piedra y solo andan bicicletas, peatones y caballos o burros. Las casas son bajas y de colores y tiene muchos arboles y flores. En su mayoría la población es negra y todos con los que tratamos nos resultaron simpáticos. Nos hospedamos en lo de Nelly, una negra grandota, que a los 39 anos ya es abuela, había tenido su hijo a los 13 y sus primeros nietos a los 26 u 28 anos, una divina!!
Como nos gusto tanto el pueblo nos quedamos unos días, para recorrer un poco mas la zona. Emprendimos una caminata por el monte hacia Sapsurro, un pueblo que queda atrás de Capurgana cruzando una montana, que esta pegado a Panamá poco de haber salido del pueblo, nos cruzamos con 5 hombres que venían con pantalones camuflados, en cuero, sin ninguna distinción, con 5 ametralladoras y unos parlantes portátiles a todo volumen escuchando vallenato. La fauna armada colombiana es muy variada: Ejercito, Guerrilla, Paramilitares, Narcos. Yo no se que serian, ejercito seguro que no. Saludamos y seguimos como si nada, intentando apurar el paso para perderlos de vistas. En seguida me puse a imaginar cosas de “que pasaría si” y Ceci rápidamente me paro el carro, “no da para estar pensando eso ahora, te parece?” me dijo, todavía asustada. Seguimos camino subiendo la montana entre una densa vegetación. En el camino por suerte, llegue a ver otro tipo de fauna un tucan y dos monos, ademas de mariposas e insectos. Nos metimos al mar a esnorquelear en la playa de Sapsurro, otro pueblito hermoso, con una bahía tranquila de agua turquesa , descansamos un rato y luego subimos un morro por una escalera , y cruzamos a la Miel, primer pueblo panameño, pequeño, con una base militar. Los carteles de recompensas con caras de hombres malos y apodos tipo “alias malicia” como los del lejano oeste, y la playita con sus palmeras fue lo que mas me llamo la atención. En La miel sabíamos que no podíamos quedarnos obviamente porque no tiene migración así que antes de que caiga el sol emprendimos nuestro retorno a tierra colombiana. Partimos hacia Panamá a la mañana siguiente con el hijo de Nelly, un gordito simpático medio cascarrabiasss, en su lanchita hacia Puerto Obaldia, un viaje de media hora por aguas azules turquesasas trasparentes, con montanas que llegaban hasta el mar, puro caribe. La primera impresión de Panamá fue que casi nada había cambiado con respecto a Colombia, llegamos al puerto y enseguida nos recibieron militares que nos indicaron como ir a migraciones para sellar el pasaporte e inmediatamente después la policía nos tomo los datos. Salvo que ahora le empezaba a ver la cara a Washington, Lincoln etc y ya no tenia que usar mas pesos colombianos, lo demás seguía bastante parecido. Aunque no tanto. Puerto Obaldia debe ser unos de los pueblos mas aburridos que conozco, tiene 2 cuadras de largo con una plaza central y un pequeño aeropuerto y si bien no es feo, la gente resulta ser bastante antipática, para ellos turista o viajero es todo lo mismo, hablando después con gente que conocía el pueblo, nos contaron que muchos de los habitantes fueron desplazados por la guerrilla y de ahí su resentimiento, no se… Como no queríamos tomar una lancha, nos quedamos esperando un carguero. Los días pasaron entre tejer, caminar un rato, charlar con Mendoza (un oficial de guardia del ejercito panameño) e ir a mirar los delfines al muelle mientras rogaba que en el horizonte del mar apareciera algo que nos saque de ahí. Cuando ya estábamos cansados de comer latas de atún, pan y queso (no nos podíamos cocinar en el hospedaje y no había casi nada en el pueblo para comer), después de 4 largos días, apareció en el horizonte un carguero, le fui a avisar casi corriendo a Ceci y luego me fui a hablar con el capitán pero me dio la mala noticia de que no podía llevar pasajeros. En el muelle había una lancha muy grande con un pequeño camarote delante, nos habían dicho que esa lancha salía al otro día, la casualidad dio que el dueño dormía en una habitación del hotel donde estábamos, charlamos con el apenas un ratito y sin ningún problema nos dijo que nos llevaría a Miramar, encima mas barato que nadie.
Al otro día, salimos con Lopez, un gordo moreno, grandote, con alma de camionero pero de agua, un viejo lobo de mar, el hombre trabajaba llevando pollos y carne congelada, a todos los pueblos de la costa oeste de Panamá, o sea a todo lo largo de San Blas, desde la frontera con Colombia hasta casi Colon, ciudad al borde del Canal. El viaje fue buenísimo, San Blas tiene mas de 360 islas, es la zona donde viven los kuna-yala, aborígenes que viven en islas paradisíacas, con casas altas, frescas y oscuras hechas de hojas de palmera. Una de sus principales actividades es la pesca (y ahora el turismo!). Después de largas luchas, los Kunas lograron tener autonomía y tienen sus propias autoridades y sus propias leyes dentro de las islas (algunas raras como no poder pasearse sin remera, sacar fotos, y alguna otra que no recuerdo). Su artesanía principal son las Molas, telas cosidas sobre otras telas que van formando dibujos de animales alucinantes, muy sicodélicos, llenos de color. Se caracterizan también por los vestidos de las mujeres, también llenos de color y texturas. Para ellos todos los distintos son gringos, así que donde paráramos nos saludaban en ingles.
Como Lopez tenia que hacer algunos negocios, fuimos bajando en islas Kunas. En Aliganti a visitar un cliente, donde pudimos caminar algo entre los angostos pasillos que quedan entre las casas de palmera. Se dice que los Kunas le temen al Diablo y por eso viven en islas y todos bastante amontonados, hay islas que están realmente superpobladas. Paramos también en Nargana a cargar nafta, una isla que esta conectada con un puente a otra isla. Y luego seguimos camino. Como Lopez a veces quería pescar o simplemente descansar me dejaba el timón a mi. Con indicaciones cortas y certeras me guiaba el rumbo, apenes si me hablaba, me señalaba algún lugar y yo trataba de mantener en dirección la lancha que como tenia un motor mas chico que el otro se iba bastante de costado, habré manejado un cuarto de viaje a través de las tantas islas. Cruzamos tormentas y vimos delfines, peces voladores, un paisaje increíble, eran todas fotos del Caribe. Pensamos que llegamos en el día pero cuando estaba atardeciendo, Lopez decidió parar a hacer noche en la isla Wichu-Huala, ahí trabaja su esposa Carlota de enfermera en el centro de salud de la comunidad Kuna, una isla con alrededor de 200 personas que la recorrimos en 20 minutos. Cuando volvimos de la recorrida Carlota nos tenia preparado un atún frito, uno de los pescados mas ricos que comí en mi vida. Después de la cena en la cocina del centro de salud con Lopez y su esposa, nos fuimos a dormir a la lancha, al pequeño camarote que tenia delante, el mar estuvo bastante movido, así que toda la noche dormí con una sensación de movimiento balanceado, que cuando me baje a desayunar todavía la tenia. El desayuno fue potente, café, salchichas fritas, chorizo frito y pan, una bomba para subirse nuevamente a navegar, pero a pesar de todo, lo lleve bien. Creo que el segundo día maneje bastante mas que el primero, porque Lopez quería pescar algo si o si. Pasamos por un zona donde al fin pudo pescar algo, “vez aquella, es la casa donde viví toda mi infancia, esta zona la conozco, sino pesco algo acá donde voy a pescar?” me dijo con una sonrisa. Hicimos 2 o 3 horas de viaje y por fin llegamos a Miramar, nos despedimos de Lopez agradecidos, y luego de dos buses llegamos a la Ciudad de Panamá
En la ciudad de Panamá, empece a conocer mas la historia y a comprender la idiosincrasia de este pueblo. Panamá antiguamente era una provincia de Colombia, después de que en el siglo XIX se decidiera la construcción del Canal a través del darien, comenzaron las disputas entre las potencias por la construcción y el control del mismo, en 1904 Estados Unidos promueve una guerra de separación entre Panamá y Colombia y luego de la independencia, EE.UU por medio de un tratado pasa a controlar el canal por 100 anos. Desde que existe Panamá como república, se maneja con el dólar, aunque ellos a la plata le dicen balboa (tienen moneda propia pero no billetes).
Nos hospedamos en el casco viejo, en un hotel muy antiguo, con vista al canal y a toda la ciudad. Lo mejor del hotel era el desayuno, café, banana o papaya, huevo frito y pan tostado con manteca, el primer día llegue retorcido al bano pero con los días lo fui asimilando a la perfección.
Como necesitábamos generar recursos, de día salíamos a parchar a las bóvedas, un paseo en una punta del casco viejo que balconea al mar y al resto de la ciudad nueva, y de noche nos íbamos a manguear a plaza Bolivar donde los restaurante mas top de Panamá sacan sus mesas a la calle y la élite panameña degusta todo tipo de comidas y vinos.
Un día fuimos a visitar el famoso Canal, a las exclusas de Miraflores, un lugar donde se ve perfectamente como cruzan los barcos y donde te explican como funciona el canal haciendo pasar los barcos desde el océano atlántico al pacifico o viceversa, la verdad una obra de ingeniería impresionante, quizá la mas grande que construyo el hombre (o el capital?) en la historia, quede impresionado. Aunque me fui con una sensación triste creo que por dos razones: la primera por la asombrosa veneración que la gente tiene todavía sobre el progreso y la “dominación” del hombre sobre la naturaleza, y la segunda por un dato que remarco mucho el guía: el precio del cruce por el canal cuesta 90.000 dolares aprox., un barco tarda 28 minutos en cruzar las exclusas (8 a 9 horas en cruzar el canal, puede haber miles de barcos en el canal pero de a uno cruzan las exclusas) y el canal trabaja las 24 hs. Intente hacer la cuenta mentalmente de lo que les quedaría por día, y la verdad que me daban muchos ceros.
Panamá vive un proceso político y económico similar a los anos 90 sudamericanos, la brecha entre los pobres y los ricos se agranda cada vez mas, si bien tienen un ingreso enorme con el canal, esto no se ve reflejado en la vida de la clase trabajadora panameña, pero si en la góndolas de los supermercados. En los mercados se puede encontrar cualquier tipo de producto de cualquier parte del mundo compre fideos made in Turquía y una salsa made in Belgica (hasta encontré yerba mate, argentina!). El proceso se ve claramente en el casco viejo, donde antiguos edificios coloniales que son conventillos, empiezan a verse desplazados por lujos hoteles que mantienen la fachada o restaurantes fashion que conviven con negocios de familias pobres que ya tienen el cartel de desalojo.
Y en el medio de todo esto, nosotros con nuestras contradicciones, por un lado viviendo con una economía mas parecida a la clase baja que otra cosa, aunque visto por la gente del lugar como gringos raros y por otro tratando de venderle algo a los gringos turistas o a la élite panameña, que lo ve a uno como un vendedor ambulante mas, de los miles que hay en esta ciudad.
En estas recorridas por la plaza y las bóvedas nos hicimos amigos de Eli y Gustavo, dos artesanos, mendocina y de San telmo y de Yanquel y Laura, artista plástico y comunicadora social, hondureño y cordobesa, que habían alquilado un depto a 2 cuadras de nuestro hotel, en el limite entre el casco viejo y el Chorrillo, uno de los barrios pobres y por lo tanto “peligrosos” (según muchos) de la ciudad. Ademas conocimos a Seba, argentino, arquitecto de Gerli que viaja en moto.
Como nos hicimos muy amigos, fuimos seguido al depto. Entre charla y charla, a todos nos habían pasado cosas semejantes y extrañas, como ir a la plaza bolívar a ofrecer artesanía, acercase a una mesa que estaban hablando ingles y cuando uno saludaba y se ponía a hablar, la gente de la mesa hablaba su lengua original o sea en !!español!!!!, no se, a veces creo que no entiendo nada. Acá todo el mundo sabe hablar ingles, creo que a la élite en el fondo le encantaría ser una estrella mas de la bandera del norte, y no creo que estén muy lejos de serlo, su deporte favorito es el beisbol de las grandes Ligas (con la mayoría que hable son hincha de New York Yanques). Cuando en el 1989 invadieron los gringos (entre otras cosas para probar armas que usarían en Iraq) bombardearon principalmente el Chorrillo mientras en Bella Vista (barrio caro) festejaban.
La ciudad de Panamá me hizo reflexionar demasiado, por mas que le encuentre explicaciones a la historia por el lado de la lucha de clases y toda el bagaje teórico marxista.. en el fondo sigo sin comprender que pasa por el corazón de los hombres…