sábado, 20 de noviembre de 2010

Estamos todos en naufragar

No nos apareció otra posibilidad de viajar en velero como con los turcos , así que decidimos agarrar por otro lado. Después de unos días mas en Cartagena, dejamos la casa de Gladys y Cristo y nos fuimos a Montería a cruzar a Panamá por el tapón del Darien.
Entre Colombia y Panamá no existe una ruta oficial por tierra que los una. Si se quiere cruzar a Panamá, uno debe cruzar por agua o por aire, al parecer la zona es “caliente”, ademas de las dificultades del terreno, es zona de guerrilla o narcotráfico y por eso la ruta panamericana se corta. Por nuestro presupuesto, decidimos ir por agua bordeando parte de Colombia y Panamá
Llegamos a Montería a medianoche y nos quedamos en la terminal mirando Harry Potter hasta que a las 3 de la mañana, nos tomamos una combi a Turbo, ultimo pueblo de Colombia que llega la ruta. El camino era de tierra y lleno de pozos, entre vegetación selvática, montanas y fincas bananeras, la noche se hizo larga, apenas pude dormir. Por suerte llegamos 8:30 de la mañana, el barco salía a las 9 y todavía quedaban cupos, estábamos advertidos que Turbo no era un pueblo para quedarse y nos dio toda esa impresión. A las 9 y pico, salimos en una lancha super rápida con dos motores enormes y 20 pasajeros hacia Capurgana, ultimo pueblo colombiano que tiene migración antes de la frontero con Panamá viaje en lancha fue tranquilo, paramos en algunas playas a dejar pasajeros y seguimos. Duro unas 2 horas y apenas se veían las orillas.
Capurgana es un pueblito hermoso, no tiene autos, las calles son angostas de piedra y solo andan bicicletas, peatones y caballos o burros. Las casas son bajas y de colores y tiene muchos arboles y flores. En su mayoría la población es negra y todos con los que tratamos nos resultaron simpáticos. Nos hospedamos en lo de Nelly, una negra grandota, que a los 39 anos ya es abuela, había tenido su hijo a los 13 y sus primeros nietos a los 26 u 28 anos, una divina!!
Como nos gusto tanto el pueblo nos quedamos unos días, para recorrer un poco mas la zona. Emprendimos una caminata por el monte hacia Sapsurro, un pueblo que queda atrás de Capurgana cruzando una montana, que esta pegado a Panamá poco de haber salido del pueblo, nos cruzamos con 5 hombres que venían con pantalones camuflados, en cuero, sin ninguna distinción, con 5 ametralladoras y unos parlantes portátiles a todo volumen escuchando vallenato. La fauna armada colombiana es muy variada: Ejercito, Guerrilla, Paramilitares, Narcos. Yo no se que serian, ejercito seguro que no. Saludamos y seguimos como si nada, intentando apurar el paso para perderlos de vistas. En seguida me puse a imaginar cosas de “que pasaría si” y Ceci rápidamente me paro el carro, “no da para estar pensando eso ahora, te parece?” me dijo, todavía asustada. Seguimos camino subiendo la montana entre una densa vegetación. En el camino por suerte, llegue a ver otro tipo de fauna un tucan y dos monos, ademas de mariposas e insectos. Nos metimos al mar a esnorquelear en la playa de Sapsurro, otro pueblito hermoso, con una bahía tranquila de agua turquesa , descansamos un rato y luego subimos un morro por una escalera , y cruzamos a la Miel, primer pueblo panameño, pequeño, con una base militar. Los carteles de recompensas con caras de hombres malos y apodos tipo “alias malicia” como los del lejano oeste, y la playita con sus palmeras fue lo que mas me llamo la atención. En La miel sabíamos que no podíamos quedarnos obviamente porque no tiene migración así que antes de que caiga el sol emprendimos nuestro retorno a tierra colombiana. Partimos hacia Panamá a la mañana siguiente con el hijo de Nelly, un gordito simpático medio cascarrabiasss, en su lanchita hacia Puerto Obaldia, un viaje de media hora por aguas azules turquesasas trasparentes, con montanas que llegaban hasta el mar, puro caribe. La primera impresión de Panamá fue que casi nada había cambiado con respecto a Colombia, llegamos al puerto y enseguida nos recibieron militares que nos indicaron como ir a migraciones para sellar el pasaporte e inmediatamente después la policía nos tomo los datos. Salvo que ahora le empezaba a ver la cara a Washington, Lincoln etc y ya no tenia que usar mas pesos colombianos, lo demás seguía bastante parecido. Aunque no tanto. Puerto Obaldia debe ser unos de los pueblos mas aburridos que conozco, tiene 2 cuadras de largo con una plaza central y un pequeño aeropuerto y si bien no es feo, la gente resulta ser bastante antipática, para ellos turista o viajero es todo lo mismo, hablando después con gente que conocía el pueblo, nos contaron que muchos de los habitantes fueron desplazados por la guerrilla y de ahí su resentimiento, no se… Como no queríamos tomar una lancha, nos quedamos esperando un carguero. Los días pasaron entre tejer, caminar un rato, charlar con Mendoza (un oficial de guardia del ejercito panameño) e ir a mirar los delfines al muelle mientras rogaba que en el horizonte del mar apareciera algo que nos saque de ahí. Cuando ya estábamos cansados de comer latas de atún, pan y queso (no nos podíamos cocinar en el hospedaje y no había casi nada en el pueblo para comer), después de 4 largos días, apareció en el horizonte un carguero, le fui a avisar casi corriendo a Ceci y luego me fui a hablar con el capitán pero me dio la mala noticia de que no podía llevar pasajeros. En el muelle había una lancha muy grande con un pequeño camarote delante, nos habían dicho que esa lancha salía al otro día, la casualidad dio que el dueño dormía en una habitación del hotel donde estábamos, charlamos con el apenas un ratito y sin ningún problema nos dijo que nos llevaría a Miramar, encima mas barato que nadie.
Al otro día, salimos con Lopez, un gordo moreno, grandote, con alma de camionero pero de agua, un viejo lobo de mar, el hombre trabajaba llevando pollos y carne congelada, a todos los pueblos de la costa oeste de Panamá, o sea a todo lo largo de San Blas, desde la frontera con Colombia hasta casi Colon, ciudad al borde del Canal. El viaje fue buenísimo, San Blas tiene mas de 360 islas, es la zona donde viven los kuna-yala, aborígenes que viven en islas paradisíacas, con casas altas, frescas y oscuras hechas de hojas de palmera. Una de sus principales actividades es la pesca (y ahora el turismo!). Después de largas luchas, los Kunas lograron tener autonomía y tienen sus propias autoridades y sus propias leyes dentro de las islas (algunas raras como no poder pasearse sin remera, sacar fotos, y alguna otra que no recuerdo). Su artesanía principal son las Molas, telas cosidas sobre otras telas que van formando dibujos de animales alucinantes, muy sicodélicos, llenos de color. Se caracterizan también por los vestidos de las mujeres, también llenos de color y texturas. Para ellos todos los distintos son gringos, así que donde paráramos nos saludaban en ingles.
Como Lopez tenia que hacer algunos negocios, fuimos bajando en islas Kunas. En Aliganti a visitar un cliente, donde pudimos caminar algo entre los angostos pasillos que quedan entre las casas de palmera. Se dice que los Kunas le temen al Diablo y por eso viven en islas y todos bastante amontonados, hay islas que están realmente superpobladas. Paramos también en Nargana a cargar nafta, una isla que esta conectada con un puente a otra isla. Y luego seguimos camino. Como Lopez a veces quería pescar o simplemente descansar me dejaba el timón a mi. Con indicaciones cortas y certeras me guiaba el rumbo, apenes si me hablaba, me señalaba algún lugar y yo trataba de mantener en dirección la lancha que como tenia un motor mas chico que el otro se iba bastante de costado, habré manejado un cuarto de viaje a través de las tantas islas. Cruzamos tormentas y vimos delfines, peces voladores, un paisaje increíble, eran todas fotos del Caribe. Pensamos que llegamos en el día pero cuando estaba atardeciendo, Lopez decidió parar a hacer noche en la isla Wichu-Huala, ahí trabaja su esposa Carlota de enfermera en el centro de salud de la comunidad Kuna, una isla con alrededor de 200 personas que la recorrimos en 20 minutos. Cuando volvimos de la recorrida Carlota nos tenia preparado un atún frito, uno de los pescados mas ricos que comí en mi vida. Después de la cena en la cocina del centro de salud con Lopez y su esposa, nos fuimos a dormir a la lancha, al pequeño camarote que tenia delante, el mar estuvo bastante movido, así que toda la noche dormí con una sensación de movimiento balanceado, que cuando me baje a desayunar todavía la tenia. El desayuno fue potente, café, salchichas fritas, chorizo frito y pan, una bomba para subirse nuevamente a navegar, pero a pesar de todo, lo lleve bien. Creo que el segundo día maneje bastante mas que el primero, porque Lopez quería pescar algo si o si. Pasamos por un zona donde al fin pudo pescar algo, “vez aquella, es la casa donde viví toda mi infancia, esta zona la conozco, sino pesco algo acá donde voy a pescar?” me dijo con una sonrisa. Hicimos 2 o 3 horas de viaje y por fin llegamos a Miramar, nos despedimos de Lopez agradecidos, y luego de dos buses llegamos a la Ciudad de Panamá
En la ciudad de Panamá, empece a conocer mas la historia y a comprender la idiosincrasia de este pueblo. Panamá antiguamente era una provincia de Colombia, después de que en el siglo XIX se decidiera la construcción del Canal a través del darien, comenzaron las disputas entre las potencias por la construcción y el control del mismo, en 1904 Estados Unidos promueve una guerra de separación entre Panamá y Colombia y luego de la independencia, EE.UU por medio de un tratado pasa a controlar el canal por 100 anos. Desde que existe Panamá como república, se maneja con el dólar, aunque ellos a la plata le dicen balboa (tienen moneda propia pero no billetes).
Nos hospedamos en el casco viejo, en un hotel muy antiguo, con vista al canal y a toda la ciudad. Lo mejor del hotel era el desayuno, café, banana o papaya, huevo frito y pan tostado con manteca, el primer día llegue retorcido al bano pero con los días lo fui asimilando a la perfección.
Como necesitábamos generar recursos, de día salíamos a parchar a las bóvedas, un paseo en una punta del casco viejo que balconea al mar y al resto de la ciudad nueva, y de noche nos íbamos a manguear a plaza Bolivar donde los restaurante mas top de Panamá sacan sus mesas a la calle y la élite panameña degusta todo tipo de comidas y vinos.
Un día fuimos a visitar el famoso Canal, a las exclusas de Miraflores, un lugar donde se ve perfectamente como cruzan los barcos y donde te explican como funciona el canal haciendo pasar los barcos desde el océano atlántico al pacifico o viceversa, la verdad una obra de ingeniería impresionante, quizá la mas grande que construyo el hombre (o el capital?) en la historia, quede impresionado. Aunque me fui con una sensación triste creo que por dos razones: la primera por la asombrosa veneración que la gente tiene todavía sobre el progreso y la “dominación” del hombre sobre la naturaleza, y la segunda por un dato que remarco mucho el guía: el precio del cruce por el canal cuesta 90.000 dolares aprox., un barco tarda 28 minutos en cruzar las exclusas (8 a 9 horas en cruzar el canal, puede haber miles de barcos en el canal pero de a uno cruzan las exclusas) y el canal trabaja las 24 hs. Intente hacer la cuenta mentalmente de lo que les quedaría por día, y la verdad que me daban muchos ceros.
Panamá vive un proceso político y económico similar a los anos 90 sudamericanos, la brecha entre los pobres y los ricos se agranda cada vez mas, si bien tienen un ingreso enorme con el canal, esto no se ve reflejado en la vida de la clase trabajadora panameña, pero si en la góndolas de los supermercados. En los mercados se puede encontrar cualquier tipo de producto de cualquier parte del mundo compre fideos made in Turquía y una salsa made in Belgica (hasta encontré yerba mate, argentina!). El proceso se ve claramente en el casco viejo, donde antiguos edificios coloniales que son conventillos, empiezan a verse desplazados por lujos hoteles que mantienen la fachada o restaurantes fashion que conviven con negocios de familias pobres que ya tienen el cartel de desalojo.
Y en el medio de todo esto, nosotros con nuestras contradicciones, por un lado viviendo con una economía mas parecida a la clase baja que otra cosa, aunque visto por la gente del lugar como gringos raros y por otro tratando de venderle algo a los gringos turistas o a la élite panameña, que lo ve a uno como un vendedor ambulante mas, de los miles que hay en esta ciudad.
En estas recorridas por la plaza y las bóvedas nos hicimos amigos de Eli y Gustavo, dos artesanos, mendocina y de San telmo y de Yanquel y Laura, artista plástico y comunicadora social, hondureño y cordobesa, que habían alquilado un depto a 2 cuadras de nuestro hotel, en el limite entre el casco viejo y el Chorrillo, uno de los barrios pobres y por lo tanto “peligrosos” (según muchos) de la ciudad. Ademas conocimos a Seba, argentino, arquitecto de Gerli que viaja en moto.
Como nos hicimos muy amigos, fuimos seguido al depto. Entre charla y charla, a todos nos habían pasado cosas semejantes y extrañas, como ir a la plaza bolívar a ofrecer artesanía, acercase a una mesa que estaban hablando ingles y cuando uno saludaba y se ponía a hablar, la gente de la mesa hablaba su lengua original o sea en !!español!!!!, no se, a veces creo que no entiendo nada. Acá todo el mundo sabe hablar ingles, creo que a la élite en el fondo le encantaría ser una estrella mas de la bandera del norte, y no creo que estén muy lejos de serlo, su deporte favorito es el beisbol de las grandes Ligas (con la mayoría que hable son hincha de New York Yanques). Cuando en el 1989 invadieron los gringos (entre otras cosas para probar armas que usarían en Iraq) bombardearon principalmente el Chorrillo mientras en Bella Vista (barrio caro) festejaban.
La ciudad de Panamá me hizo reflexionar demasiado, por mas que le encuentre explicaciones a la historia por el lado de la lucha de clases y toda el bagaje teórico marxista.. en el fondo sigo sin comprender que pasa por el corazón de los hombres…

jueves, 23 de septiembre de 2010

Y si acaso no brillará el sol...

Ni bien pusimos un pie en el aeropuerto de Caracas, empezamos a darnos cuenta que todavía no despertábamos del sueño de haber pasado un tiempo en Argentina. Sabíamos que esta vez la idiosincrasia venezolana no nos iba a ser tan afín, por lo que decidimos irnos casi corriendo a Colombia, sabiendo de los riesgos económicos que implicaba no quedarnos un tiempo en Venezuela que tantos réditos nos había dado. Tardamos un día en llegar a la frontera de Maicao cerca de Maracaibo, y todavía nos costaba despertaros del sueño argentino, habían pasado tantas cosas hermosas en la Patria (el nacimiento de Pedro, cumpleaños de 30, reencuentros hermosos con familias y amigos, viajes, fiestas, etc) que nos costaba caer que estábamos haciendo en el Caribe. Anduve unos días con una sensación rara, sentía que había perdido algo, como que me faltaba algo en los bolsillos. Al fin descubrí que me faltaban las llaves. Llaves de que iba a tener sino tenía a donde ir...
Llegamos a Santa Teresa, Colombia, pasamos una noche y nos fuimos a Taganga un pueblito cerca, donde nos habían recomendado que se podía vender bien. Un pueblo de pescadores invadido ya por la actividad turística. Alquilamos una pieza en lo de Chichi, una especie de Don Ramón en versión colombiano costeño, con la esperanza de poder hacer algo de dinero y conocer el lugar. Con el correr de los días, nos dimos cuenta que iba a ser complicado sobrevivir en la pobre y dura Colombia, ya no estábamos en la generosa Venezuela, obviamente solo hablando de dinero.
La lluvia y la Policía colombiana, coartaron casi toda posibilidad de hacer alguna buena venta por lo que nos resignamos a ir a la playa o a seguir agrandando el parche. Los días pasaron en lo de Chichi entre risas, charlas y mate con Mauro, uruguayo artesano y Camilo, francés que hacía poco empezaba a viajar y con el que logramos una afinidad increíble, al rato de conocernos estábamos hablando apasionadamente de Futbol, así que era obvio que íbamos a terminar siendo amigos, yo convenciéndolo que se haga de River y el que me haga del Bourdeax.
Después de unos días, Chichi, el dueño de casa, algo aficionado a la botella, empezó a soltarse más y nos contó de sus andanzas y las "buenas" épocas de Taganga y de las playas cercanas, donde quizá tardaban 3 días cargando un barco con marihuana que salía para Norteamérica, o de como llegaba la policía cuando había un cargamento, arreglaban y al rato la policía también se ponía a cargar o de algún que otro muerto por alguna desobediencia, según él todo esto ya no pasaba.
También hubo días oscuros en, a Camilo quisieron robarle, a Julio cubano y su novia alemana la amenazaron con un cuchillo y a otras chicas también intentaron robarle. Una noche se escucho un escándalo bárbaro en el patio, dos irlandesas llegaron al hostal todas golpeadas, al parecer la policía les había encontrado perico (cocaína) como extorsión le sacaron toda la plata que tenia, y las dejaron ir, a los pocos metros unos hombres que habían visto la secuencia las interceptaron y le pidieron dinero, como ya no tenían, las golpearon brutalmente, llegaron al hostal y atrás llegó la policía (los que les habían quitado la plata) enterados de la secuencia con los hombres, querían llevarse a las chicas para que reconozcan a los hombres, las chicas se encerraron en la pieza y ya no salieron. Yo me entere todo esto al otro día por Ceci, que escucho los gritos, la verdad que esa noche dormí plácidamente. En fin, como diría mi madre “un culebrón”.
Faltaban 5 días para que se termine nuestra estadía, cuando Mauro se empezó a sentir mal. Pensamos que se había intoxicado con pescado, después de 2 días seguía mal y fue al médico. Le diagnosticaron dengue. Al día siguiente, yo empecé con exactamente los mismos síntomas. No fui al médico porque ya sabíamos lo que era, además varios argentinos se habían agarrado dengue también en Taganga.
El Dengue me liquidó física y sobretodo, anímicamente. Volaba de fiebre y me dolía el cuerpo como si me hubieran matado a piñas, como debe doler el reuma (me imagino, aunque no sé como duele el reuma). Estaba en una pieza blanca sin ventanas, con un ventilador que movía aire caliente, sin hambre, en pleno Caribe muerto de frio, no lo podía creer, encima por un lado, tenía que tolerar escuchar rancheras a todo volumen que el vecino de enfrente ponía en su Pionner de los 70 y por el otro, el vecino de atrás no se queda atrás con la potencia sus parlantes que escupían vallenato y reggaetón.
La cabeza se me lleno de preguntas ¿Qué estoy haciendo acá? ¿A dónde voy? ¿Por qué tengo que pasar por todo esto? No hay nada mejor, No hay nada mejor que caaaasa, sonaba en mi cabeza el tema de Cerati. Por suerte, tenía una enfermera de lujo. Ceci casi que me obligaba cada 4 horas a meter en la ducha para bajar la fiebre, me preparaba jugos, y me mantenía mojado la toalla que usaba en la cabeza.
Mauro, cuando se levantaba, con una sonrisa me anunciaba los próximos síntomas (sarpullido, dolor de muñecas y tobillos, etc) mientras Camilo venia cada tanto a alentarme, se había quedado en Taganga para viajar con nosotros y estaba esperando a que me recupere.
Cuando se me pasó un poco el dolor de ojos, me puse a leer y como en aquella hepatitis que pegue luego de un viaje por Misiones, esta vez también me acompaño Dostoievski, con los hermanos karamasov que devoré en 4 días.
Al fin, casi recuperado y ansiosos por irnos, partimos con Camilo y Ceci a Quebrada de Valencia en el jeep del vecino que escuchaba rancheras. En la casa de chichi habíamos conocido a Santiago, músico virtuoso de jazz, que tenía una finca en la quebrada y habíamos arreglado para ir. Estadía a cambio de trabajo
La caminata que nos llevó hasta la casa fue de una hora montaña arriba cruzando ríos, entre una vegetación medio selvática, cuando llegué me di cuenta que no estaba recuperado del todo y que me sentía débil, por lo que me tiré en la hamaca y ahí quede recuperándome 2 días mas. Camilo y Ceci, como buenos leoninos cumplidores, se pusieron a trabajar inmediatamente. Me gané el apodo de “costeño” por parte de Camilo (entre nosotros el costeño tiene fama de poco trabajador). Cuando estuve recuperado me puse a trabajar. Ceci cayó en cama con fiebre, con los mismos síntomas de dengue pero bastante más leve.
Me había ilusionado en venir a la finca porque pensé que íbamos a hacer chocolate, (una finca cerca de ahí, te empleaba para hacer a cambio de casa y comida) pero el trabajo fue de hacer pozos, acarrear tierra o recolectar frutos. El lugar era hermoso, una casita en la cima de un monte rodeada de plátanos, plantas de aguacate, guayaba, pomelos etc pero el trabajo no nos convenció a ninguno de los tres y al quinto día decidimos bajar. Para dolor de los 3, nos separamos, Camilo agarró para Santa Marta y nosotros para Palomino. Quedamos en reencontrarnos en Cartagena.
En Palomino, un pequeño pueblo paraje de ruta, nos quedamos en un camping de Hippie-Koguis (los Koguis son una comunidad de indígenas que viven en la sierra nevada de santa marta, sin contacto con la civilización y que custodian que nadie suba al pico nevado) estos habían bajado para vivir en el pueblo pero de una manera bien ecológica, por eso les pusieron Hippie-Koguis. Nos quedamos 3 días ahí, esperando que Ceci se recupere. Caminamos, fuimos a la playa y dormimos mucho.
Una vez listos, partimos para el parque nacional Tayrona, de lo más famoso de la costa colombiana. Hicimos noche en calabazo y entramos a las 5 de la mañana cuando no había nadie, porque la entrada nos resultaba realmente cara. Caminamos entre montañas durante 4 horas, cruzamos ríos, cascadas, nos encontramos con arboles realmente increíbles, con raíces enormes y alturas impresionantes, insectos, pájaros, lianas, mariposas, etc. El Tayrona es lo más parecido al paraíso que uno pueda imaginarse. Llegamos a Playa Brava. Mar turquesa, palmeras, dos ríos que desembocan en la playa, fondo de montaña verde selva, increíble, encima no había ningún turista, solo un Kogui de 13 o 14 años que administraba el lugar, un amigo de él y Sasha, un colombiana treintañera con sus 2 hijitos, que limpiaba y cocinaba. Como los bungalós salían muy caros pusimos la carpa debajo de ellos para cubrirnos de la lluvia. Hicimos muy buena onda con Sasha, y nos regalo comida, panes y otras especias.
El paso por el paraíso me hizo bien. La convivencia con la naturaleza me lleno de energía y me renovó el ánimo que venía castigado, me dio un baño de luz y me saco la oscuridad de los días anteriores.
Nos fuimos de Playa Brava sin querer irnos a seguir recorriendo el parque, pasamos por unas ruinas antiguas de los tairona llamada Pueblito, muy hermosas, y seguimos camino a Cabo San Juan y Arrecifes, esta parte del parque estaba bastante poblada de turistas así que no nos sentimos tan Adán y Eva, igualmente son de una belleza extraordinaria. Acampamos en lo de don Pedro, y nos volvimos adictos al Pan de chocolate que se hacía en la rustica panadería de ahí, nos tuvimos que ir del parque porque ya no teníamos comida y todo salía carísimo. Eso sí, salimos por la entrada principal, por donde el paraíso está bien custodiado por las fuerzas policiales y tiene un alto precio.
Llegamos a Cartagena de indias y fuimos a parar a lo de Gladis y Cristo, una familia que suele alojar viajeros argentinos. A la mañana siguiente salimos para la ciudad amurallada en busca de nuestro amigo francés Camilo. El casco histórico de Cartagena es de cuento de Piratas. Las casa coloniales de colores, con balcones de flores, con antiguas iglesias está rodeada por una larga muralla que todavía conserva los antiguos cañones de la colonia apuntando al mar. Es todo de cuentos.
Nos reencontramos con Camilo y nos fuimos al club náutico a buscar un barco para cruzar a Panamá. Conocimos a Hernando, un capitán de un velero de lujo que salía esa misma tarde, después de coquetear un rato y de birras de por medio, caímos en la cuenta que era imposible para nuestra economía. Cuando nos estábamos yendo, aparecieron una pareja de turcos que se iban a Panamá en estos días. Como no hablaban casi español Camilo hizo de intermediario, bajamos el precio lo más que pudimos con la condición de que consiguiéramos más gente. En el hostal de Camilo conseguimos 5 argentinos que también querían cruzar y al otro día nos encontramos con los turcos, nos mostraron el barco y nos hablaron de las condiciones etc. (Todo a través de Camilo que era nuestro traductor oficial, que durante esos días lo exprimimos.)
Quedamos en contestarle, al final los argentinos le dijeron que no porque les cayó mal el turco. Camilo dijo en chiste “estos argentinos son racistas, eh” y yo le explique la mala experiencia que habíamos tenido en Argentina en los 90 con un turco.
Al otro día, nosotros les escribimos que si queríamos ir en las condiciones que habíamos hablado y aceptaron. Lo encontramos al hombre yendo en taxi cuando íbamos camino al puerto para encontrarnos con ellos, le entregamos los pasaportes y le intentamos explicar a través de Camilo que si podíamos salir el viernes porque el jueves teníamos que hacer tramites, el turco se recalentó y dijo de ninguna manera, Camilo intentó convencerlo pero nada, ya se veía que se pudría todo, cuando baje del taxi le dije a Ceci que yo no iba a estar 2 días en mar abierto con gente con la que tuviera mala onda, le pedí los pasaportes al turco que no entendía nada, y nos fuimos. Así eche por la borda (hablando de barcos, je!) la primera oportunidad de cruzar a Centroamérica, ahora estamos a la dulce espera de un nuevo velero que nos haga precio o de un carguero que se digne a cruzarnos

martes, 18 de mayo de 2010

Los Caminos de la Vida

No sé... me lleno de preguntas, me encanta ese vicio de la filosofía de llenarse de preguntas innecesarias, pero creo que así soy. ¿Para que? si total sigo caminando, riéndome, mirando el cielo y quizás nada cambia, pero estoy pensando seriamente la posibilidad de conocerme, de encontrarme conmigo, de ver como me veo, y me tendría que hacer algunas preguntas como para romper el hielo no?... o sea como Borges con el otro, donde se encuentra consigo mismo pero uno es viejo y el otro joven... algo así pero yo quiero verme ahora mismo, igual sospecho que entre yo y yo hay un abismo... un lugar casi infranqueable, como Kierkegaard ante Dios siente esa distancia, ese abismo hacia la otra orilla, yo me siento así conmigo, creo que para los demás debo ser el inteligente o el colgado o quizás el serio o el sensible o también el ortiva o el creído, pero ¿quien soy para mi? después de una noche de exceso de alcohol y metafísica me quedo con la sensación que soy un borde, somos un borde algo entre el afuera y el adentro pero para mi el adentro es toda la vida de los demás.. Ja!, lo que se supone que se conoce con más facilidad. "Ábranme que estoy encerrado acá afuera" gritó una vez mi sobrina mientras golpeaba una puerta cualquiera en la calle... no se... dije que me gusta llenarme de preguntas ese vicio de la filosofía, se me llena la boca de signos que tengo que escupir, para nada tal vez, depende que entiendas por nada, un borde, una forma es solo un borde, si dejara de ver bordes entonces creo que dios existe... eeehhh me parece que estoy viniendo por el pasillo y me voy a encontrar conmigo escribiendo en la compu, el que esta en la compu se puso nervioso, el que esta en el pasillo no se anima a entrar, tal vez no sea el momento, no acá... (Me volví tres?). Tengo vértigo en las piernas, todo el tiempo tengo la sensación que el piso se va a despegar de mis pies... ufff... ya paso se fue no va a entrar, en realidad no soy valiente, aunque me la quiero creer no se si me animo a encontrarme, vivo de viaje... difícil contar todo lo que pasa.
En Argentina, la familia, asados, encuentros, compañeros, amigohermanos, rondas, noches, de todo.. Voy al mar al otoño vuelvo quiero salir corriendo, quiero quedarme eternamente. No se... estoy conociéndome.. Nunca se donde voy, pero solo camino para seguir asombrándome, porque eso se que me gusta... no se al otro.

Aclaración: Si, si, muy lindo, "solo se que no se nada" hubiera quedado bien, pero me molestan las frases hechas aunque a veces sirven (y esta me gusta especialmente), pero no sabia donde ponerla...

viernes, 5 de marzo de 2010

No voy en tren voy en avion


Volvimos muy ansiosos de la Gran Sabana, y decidimos ir a pasar los carnavales a Bahia de Cata, un lugar paradisíaco, palmeras, arena y mar. Instalamos nuestra carpita bajo un arbol, hicimos una cocina rudimentaria y ahi nos quedamos unos dias en la soledad del paraiso... Al pocos tiempo apareció Naty, una amiga de chichiriviche, que instaló su carpa cerca de la nuestra, empezamos de a poco a armar la comunidad. Con el tiempo llegaron mas artesanos a nuestro paraje porque se acercaban los carnavales.
En un momento la cosa estalló, la playa se minó de carpas una al lado de la otra, por donde se caminará habia carpas, gente y carpas y más gente, algo que no habiamos visto nunca en otros países, que te dejen acampar en cualquier lado. "Y si" me dijo un venezolano "aca la playa es pública, porque no te van a dejar dormir aca?" "en mi pais no pasa, pones una carpa en mardel y te raja la policia" le contesté y me miró asombrado.
Con la ola de gente que cayó, aprobechamos la movida y salimos a vender, a juntar las últimas monedas para los últimos días en Venezuela. También por esos días aparecieron Dolly y Daro los uruguayos amigos de chichiriviche, muy conmocionados por su pronta vuelta al Uruguay.
Después que pasó el carnaval de 4 intensos días de vender y tejer, pudimos "respirar" tranquilos y volver a lo que habia sido el paraiso. Eso sí, como no habia baños por esas playas, se hacian las necesidades donde fuera, cuando se fueron todos, habia más olor a mugre y basura que en el camino del Buen Ayre, realmente insolito!!
Con la platica que nos quedaba nos fuimos con Naty a Merida, a pasar la última semana en Venezuela, antes del ansiado retorno a casa. Hace dos meses que sabiamos que en marzo volviamos a visitar a la familia y a conocer a nuestro ahijado Pedrito, habiamos comprado pasajes baratisimos y la ansiedad por ver a todos los seres queridos nos estaba comiendo... Por suerte en Merida, nos encontramos con Fede, Javi, Franco y un monton de gente más, y pasamos una semanita super relajada, tejiendo, saliendo a tomar algo, charlando, en fin divertiendonos pero siempre pensando en como seria el retorno a Argentina...

Todo salió como lo esperabamos, tuve mi primera experiencia de volar en avión, y volvimos por un tiempito a nuestra tierra, mi hermana nos esperaba en ezeiza, era la única que sabía que volviamos de las familias, caimos de sorpresa..."un año y medio en llegar a Venezuela y volvemos en 10 horas" pensé... ¿adoro la teletransportación?

martes, 2 de febrero de 2010

Nadie tiene esa fija que te saca del montòn...


La temporada en Chichiriviche, que va del 23 de diciembre al 15 de enero transcurriò mas o menos en los siguientes terminos: Ceci se iba a la mañana a vender al cayo, yo me quedaba produciendo y luego a eso de las 6 de la tarde ibamos al malecon a parchar con el resto de los artesanos (más de 20) hasta las 11 de la noche, todo esto entre birras, charlas, tocada de tambores, etc...
La verdad que para nosotros fue un éxito económico que yo no esperaba, pero sobre todo, un mes de aprendizajes.
Me suele suceder a diario que idealizó personas, situaciones y mundos en general. Esta no fue la excepción. Yo tenía al mundo de los artesanos idealizado. Creia en la libertad que tienen para moverse, en su "cierta" distancia ecónomica con el sistema, en su desapego al consumismo, en el compañerismo con los demás artesanos, en la originalidad etc etc... en fin, valores que yo adjudicaba a la situación de "artesano" y que el malecon de Chichiriviche se encargó de despojarme rapidamente. Nieztche se me cayó todo encima, "El ocaso de los idolos" pensé.
Me hice cargo de la organización de la compra de un cable de 50 mts para que todos tengamos luz en la temporada y me trajo algunos dolorcitos de cabeza, y con ello mi mundo ideal se volvió real, surgieron miserias, egoismo, reclamos y yo solo queria ayudar a que tengamos luz, no entendi... También empecé a notar como algunos se llenaban de envidia porque a otros le iba bien, como se competia por algun comprador oportuno, como el consumo de cigarrilos, alcohol y todo tipo de comidas rapidas estuvo a la orden del dia. Lejos de tener cierta "libertad" todos vivian pendientes de cuantas monedas hacian o a que hora llegaban para encontrar un mejor lugar y que no se los alla cagado otro o cual era el siguiente lugar para ir a trabajar etc... Nada muy distinto a lo que se vive en una oficina, una fabrica o cualquier otro trabajo, "Humano, demasiado humano". Miserias propias y sobre todo ajenas, hubo para todos los gustos...

Me habian contado atrocidades que sucedian en la temporada en la casa de Luisa, y resulto todo lo contrario, por lo menos para nosotros. En la casa se generó un grupo realmente hermoso, de los cuales oh casualidad nadie parchaba en el malecon, salvo Leti y Mati que quedaron salvados del parrafo anterior.
Hubo muchos personajes que pasaron por la casa con los que hubo buena onda, pero principalmente conectamos y generamos una amistad con: Daro y Dolly, pareja de uruguayos, el músico y ella clown, con Seba y Naty, argentinos, músico y artesana, con Javi, músico argentino y con Leti y Mati (conocidos de Mancora, Montañitas etc...) artesanos.

Nos divertimos todos saliendo de paseo por los cayos, a las cuevas, o simplemente yendo a comer y a escabear, siempre con la música encima.
Puedo decir que con cada uno conecté desde algo con lo que me identificaba o con algo muy opuesto a mi: con Daro nos unió nuestra nostalgía barrial, con Dolly la construcción de la identidad por el arte, con Javi nuestro pasado por el oeste bonaerense y la inocencia para muchas circunstancias, con Maty la curiosidad por el saber y el conocimiento. En oposición a lo que soy, pero desde la admiración hacia lo que creo virtudes, me pasó que en Seba encontré la improvisación y la inseguridad para con la vida, en Naty el humor cascabel de cada mañana y en Lety la frescura de sus arranques casi clownescos.

En fin, el balance de la temporada en Chichiriviche fue que, mas allá de lo económico, fuimos muy felices por haber conocido gente divina y por haber conocido nuestras miserias y nuestras virtudes.

Después de despedirnos de todos, nos fuimos a Caracas. "Dios atiende en la capital" frase que se aplica a todo país. A pesar de estar poquitos días, tuve la dimensión de lo que es la lucha ideologica en este país. El enfrentamiento es abierto y frontal. Tuve la sensación de que se vive como hace 60 años atrás en la Argentina, cuando gobernaba el General. Aunque se dice que Juan Domingo guiñaba a la izquierda y doblaba a la derecha. Aca no. Chavez va de lleno al socialismo. En el discurso y en las acciones. Y por supuesto que tiene mi total apoyo. Aunque en el fondo, yo no confío en ningún milico!!!

Como se nos terminaba el tiempo de estadía, decidimos hacer frontera por Brasil, cerca de Guyana y de paso conocer la Gran Sabana. Nos fuimos hasta la frontera (1200 km) y empezamos a subir a dedo. La Gran Sabana es un lugar realmente bello, con cascadas y saltos, con praderas y Tepuys que son como montañas que suben como bloques de paredes enormes.

En fin, hicimos lo que nos gusta, estar en la naturaleza más pura. Acampabamos cerca de los rios, buscabamos leña, nos cocinabamos guisos y fideos, nos bañabamos en los rios con toboganes naturales o nadabamos en piletas naturales o simplemente escuchabamos el sonido del agua, del viento o del bosque, nos sirvió para acallar muchas voces, nos dio tiempo para reflexionar y para empezar a pensar como sigue este viaje...