lunes, 29 de diciembre de 2008

Un osito de peluche de Taiwan


Seguimos inmersos en esta obra de teatro al estilo de Chejov, un escritor ruso que tan bien describió la vida de campo, donde los gestos, miradas y actitudes hablan más que las palabras. Todo pasa a un nivel subterráneo, como por lo bajo, y lo que en la ciudad serían nimiedades, en el campo se vuelven cuestiones inmensas, como los personajes de los que estamos rodeados son reales me abstengo por respeto de contar historias que verdaderamente podrían ser novelas de las cuatro de la tarde. A cambio tengo está pequeña historia navideña.
Estamos a 120 Km. de la ciudad más próxima, Rio Gallegos y cada “bajada” a la ciudad para la gente del campo y principalmente para nosotros puede ser todo un acontecimiento. El tiempo en el campo se transita a otro ritmo y el buceo hacia dentro se vuelve tal vez mas profundo porque no se puede dejar en casi ningún momento de estar con uno mismo.
El 23 de diciembre, en vísperas de la navidad, decidimos con Sil, Maru y Ceci, irnos a Punta Arenas, Chile, donde existe una zona franca, en la cual se venden miles y miles de cosas a precios muchos más baratos. A las siete de la mañana Ceci y yo ya estábamos sentados en el asiento de atrás de la camioneta esperando como dos nenes la aventura de de bajar a una ciudad y con la incertidumbre de qué realmente necesitábamos comprar, luego de dos meses de no comprar ni siquiera un chicle. Partimos con mate y galletitas camino a Chile. Llegamos a la frontera, hicimos los papeles, y ya ahí notamos que parte de los “yilenos” no tienen la mejor cara para los argentinos.
El camino va bordeando el estrecho de Magallanes, hay pequeñas montañas, valles, muchas curvas, cascos de antiguas estancias y la costa del estrecho aparece con bahías y casas de pescadores a los costados. Llegamos a Punta Arenas luego de 2 horas de viajar por un camino hermoso, nos fuimos directamente a la zona franca, una calle con shoppings a los costados, estacionamos el auto y con calculadora en mano, empezamos la recorrida.
Mientras yo me deleitaba con las cámaras de filmar, imaginándome como sería documentar el viaje; las chicas, negocio al que entraban, negocio que salían con alguna bolsa. Así todo el día, como nenes eligiendo su regalo de navidad, íbamos de negocio en negocio, nosotros buscando lo que creíamos que nos faltara en la mochila y ellas lo que necesitaran para su viaje y para su camioneta. Yo parecía la mujer del grupo no me decidía por nada y cada elección costaba largo tiempo, mientras ellas para esperarme se iban probando cosas que luego terminaban llevándose, el mediodía paso de largo y decidimos no comer porque “¡como vamos a comer en navidad, aguantemos!” dijo Ceci. A la tarde nos fuimos a las afueras de la ciudad en busca de un contacto que les habían dado a Sil y a Maru para que les coloque el stereo que habían comprado en el shopping. Miguel, estuvo una hora y pico desarmando la toyota para colocar el artefacto, entre charla y charla nosotros nos turnábamos en la parte de atrás porque afuera hacia mucho frío, hasta que decidí quedarme a la intemperie para probar la impermeabilidad de mi nueva campera.
Luego de colocar el stereo, nos hicimos una recorrida por la ciudad, un lugar verdaderamente hermoso, con muchas casas antiguas de paredes de chapa pintadas de colores, con jardines con flores y una vista al mar magnifica. Desistimos de la idea de no comer y nos fuimos directo a un bar, pedimos el sándwich mas grande que había para compartir y casi no lo terminamos, mientras charlábamos con el chico de la barra, un mozo, con la boca grande como su panza indirectamente se reía de mi peinado. Emprendimos la vuelta porque al otro día teníamos que cocinar para la nochebuena, pero antes pasamos por una disqueria para comprar un cd y probar el nuevo stereo.
Y así salimos hacia Argentina, al ritmo de los Auténticos Decadentes, la camioneta se transformo en una fiesta, pasaron varias curvas, varias horas y el animo empezó a decaer, y la noche a aparecer. “Y esa casa?” dije yo “es la que te mostré a la ida” dijo Ceci, “uh, esa montaña no la vi cuando veníamos” dije e intente filosofar sobre como el camino de regreso se ve distinto al de ida. A las 11:30, hora que tendríamos que estar en la estancia, nos dimos cuenta que estábamos perdidos. En un paraje de frontera cerrado, golpee en una puerta y apareció un carabinero, antes de que diga algo, “si, estás perdido” me dijo, “te pasaste 180 Km. pero no te conviene volver, anda hasta Dorotea y ahí cruza la frontera, volvé por Rio Turbio”. A las 1:30 de la noche estábamos en la frontera Argentina haciendo los papeles, el gordo de la aduana nos miró con desconfianza, a esa hora y viniendo de Punta Arena era de sospechar, así que empezó a revisarnos el auto, nosotros habíamos planeado lo que declararíamos y lo que no, porque estábamos pasados del limite de compra pero con el cansancio y la desorientación, nos confundimos todos, el gordo me pidió la cámara que le habíamos comprado a Norberto el cocinero, y yo saqué lo que no habíamos declarado, le di la maquina de pelo “ah, no perdón eso no es…” después la marmita ”no, esto tampoco”, ya me miraba con cara de malo y creo que empezaba a pensar que se quedaría para Navidad “de regalo”. Salimos de la frontera, tan rápido que nos olvidamos la cédula verde y tuvimos que volver, la encontró alguien en el piso, la agarramos y salimos de nuevo, casi volando. Estábamos por fin en Rio Turbio, Argentina. Pero todavía faltaban muchos kilómetros…El camino se hizo sinuoso y muy muy solitario entre montañas y árboles, si bien la noche estaba oscura, en esta época nunca termina de cerrarse y siempre hay luz en el horizonte, igual todos ya empezábamos a cabecear, Sil se tiraba agua en los ojo, abría la ventana o fumaba intentando no dormirse. Nuestro próximo destino era La Esperanza, no es una metáfora, es un paraje en el medio de la nada. Llegamos casi dormidos. Tomamos un café, y luego de una charla amistosa con los dos playeros y una pareja de neuquinos, decidimos dormir una hora y media. Todos doblados, como se suele dormir en un auto salimos a la hora para Rio Gallegos, el sol estaba alto y apenas eran las 5 de la mañana. En un control policial a 25 Km. de Gallegos, nos paró un policía, “de Punta Arena vienen? Se equivocaron un poquito, ahora tienen que seguir 25 Km. derecho, no doblen en ninguna curva, y llegan a Gallegos” dijo y largo una carcajada, le pusimos la mejor cara que teníamos. En Gallegos le dejamos una valija a Luicito que debíamos llevarle el día anterior y seguimos camino, faltaban 120 Km.
Llegamos a la estancia a las 11:30 de la mañana después de más de 24 horas de gira. Nos pusimos a cocinar junto con todos los que estaban, a la tarde una pequeña siesta y a la noche estábamos brindando y comiendo en una larga mesa en el salón de la hostería con todos los que vivimos acá, más los guardafaunas.
Los Decadentes volvieron a sonar y se armo la fiesta, bailamos y tomamos en el living, el piso de mas de 100 años de antigüedad, hecho con maderas de barcos encallados en el estrecho, hacia que todo se moviera mas de la cuenta, corrimos alrededor de una mesa de billar, pinto el trencito, túnel y hasta el baile de la botella.
Ya tarde, el alcohol y la distancia, trajo la nostalgia por las fiestas pasadas donde brindábamos con la abuela, los viejos, los hermanos, sobrinos, primos, tíos, y después nos juntábamos con los amigos… en fin, la distancia hace que ciertas cosas que parecen una rutina tomen otro color, como dijo el colorado Macallister, un rústico numero 3 de Boca, “todo cambia, los viejos siempre dicen: antes era mejor, esto o aquello, pero todo se va transformando, es normal y hay que adaptarse…” es cierto todo se transforma, pero que lindo que era cuando creía en Papa Noel, me estaré poniendo viejo, colo?!!!… Felices Fiestas a todos!!!

lunes, 24 de noviembre de 2008

Para saber lo que es la soledad...


Después de los primeros 15 días de cocinar y cocinar en la estancia para la confitería, nos mudamos al fin del continente a lo que para nosotros paso a ser nuestra “casita” y una nueva etapa del viaje en los siguientes 3 meses.
La confitería se llama "al fin y al cabo" y es pura ventana. Nos levantamos y nos acostamos mirando el estrecho de Magallanes, con una vista privilegiada de Cabo Vírgenes, que de virgen parece ya no tener tanto. Si bien la línea del horizonte acá siempre esta a la altura de tus ojos, y el cielo parece ser el dueño del lugar, a lo lejos se vislumbra el mundo de hoy, plataformas petroleras en el mar como naves espaciales ancladas en el agua. Empezamos a conocer a los vecinos de este lugar. Pegados a nosotros en un pequeño vallecito, bajo el faro, los marineros que se encargan de prender todas las noches el guía de altamar. A seis kilómetros sobre la costa, la casa de los guardafaunas que cuidan de la reserva de pingüinos y a nuestra derecha unos cuantos kilómetros más una fabrica de petróleo.
Desde que abrimos la confitería todos se encargaron de hacerse conocer, los guardafaunas se hicieron bastante habitúes de las cosas dulces que cocinamos, tortas, masitas, alfajores etc., los petroleros solo vienen en busca de alcohol y con los marineros ya hemos compartido más que mates, tortas y otras hierbas… como buenos vecinos, nos invitaron un día a comer, Fabián y Daniel cocinaron y nosotros llevamos de postre un flan. Nos hicimos tan intimos vecinos que Fabian, un gran artesano, nos regalo una cuchara de madera tallada por él. Si bien en un primer momento (debo reconocer mis prejuicios) me incómodo saber que habian sido educados en un lugar tan nefasto como la Esma, ahora sólo los veo como buenos amigos.

Los turistas van llegando de a poco, y de a poco nosotros nos vamos acostumbrando al mismo cuestionario. Después de comentar lo desastrosa que está la ruta, viene la pregunta “y ustedes viven acá?” a lo que respondemos con cara de ingenuos “si, por?”. Mirada va, mirada viene, y se viene la segunda “y tienen televisión?” “mmm, no” “Internet?” “tampoco y tampoco tenemos teléfono” y ya con cara de no me gustaría estar en tu lugar “y que hacen todo el día?” y ahí es cuando nos quedamos ya sin respuestas, como escribió Ceci en su diario “los días pasan de infinitos a cortos” y es así. Hay días que son eternos, podemos estar tratando de batir records en el solitario del windows, mirando con los binoculares la diversidad de pájaros que rondan por acá, tejiendo alguna pulsera o atendiendo turistas todo el día y ahí los días se vuelven muy cortos y cuando te acordas estas viendo nuevamente un hermoso atardecer (tengo colección de atardeceres en la camara…) y ya te tenes que ir a dormir porque son las 11 de la noche. Con los marinos, nos enteramos de tarde en tarde de lo que sucede en el mundo de lejos, ellos tienen directv y nos cuentan de lo que sucedió en tal lado porque justo daba con la charla, en mi caso cada tanto pregunto de deportes (aunque por lo que me entere sobre mi equipo, mejor no saber nada), o cosas como quien es “el nuevo presidente del mundo” solo para saber nomás, no creo que pueda hacer demasiado igual sabiendo eso. Acá no hay ni muertos del día ni secuestrados ni asaltados, las noticias del lugar son mas bien, “mañana viene una tormenta” o “los petroleros están de huelga” o “mañana la bajada del mar es a tal hora y se puede entrar caminando como 300 mts” si bien no son muy relevantes para la comunidad en general, si lo son para esta pequeña “comarca” de amplio territorio.
Desde que llegue acá, sentía que me faltaba algo, que estaba de alguna manera “lejos” del cine… no se bien en que sentido pero bueno…, le aposté en un partido de ping pong a Norberto el cocinero de la gamela, la televisión de su pieza, pero prefirió dármela de buena gana (tal vez sabiendo que perdía jajaj) alegando que prácticamente no la usaba, así que ahora nos la pasamos mirando películas de noche.
El último domingo a la tarde llegaron a la confitería dos franceses y una uruguaya después de un rato de charla nos contaron que estaban filmando un documental sobre la patagonia, se quedaron largo rato charlando, le contamos del viaje que estamos haciendo y Eric el director y Axel el camarógrafo se entusiasmaron mucho con nuestra aventura. Nos pidieron alojamiento y le conseguimos una pieza en la gamela, como todos los domingos a la nochecita nos volvimos a la estancia y ellos se ofrecieron a llevarnos.
Al otro día Eric nos vino a hablar, quería entrevistarnos sobre el viaje y que hacíamos en la patagonia y aceptamos. A la tarde estábamos Ceci y yo tirados en el pasto de la entrada de la hostería hablando frente a la cámara “de la vida misma” del viaje y de la patagonia. La entrevista duro mas de 20 minutos, a la noche Axel vino a la cocina a tomar unos tragos con nosotros y nos contó que íbamos a aparecer en tres de los cuatro capítulos del documental que sale para el canal 5 de Francia en marzo, al otro día se fueron, nos saludamos como amigos y los despedimos como si los conociéramos de toda la vida, agradecidos de haber conocido gente de lejos tan parecida tan cerca a nosotros, se fueron a seguir su peli por tierra del fuego.
Me cuesta expresar en estos momentos lo que siento, creo que a veces la realidad se presenta mas compleja que los simples deseos o los deseos no son claros en sus origenes, o la vida es como un sueño y la infinita lógica de los hechos es inabarcable para nuestro finito entendimiento?.. faaaaa!!!
... de repente me encontré delante de la cámara queriendo tal vez estar detrás de ella, me encuentro viviendo frente al mar en un paraíso pero trabajando tal vez mas que en la ciudad…me prendo un cigarro, miro la noche y me río para adentro pensando, al fin y al cabo todo “es parte del camino…”.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Un cordero de mi Estilo


Los dias en lo de Pablo pasaron rápido, como las buenas cosas. Visitamos la Lobería, lo vimos en acción a Pablo actuando en la Legislatura de Viedma y nos encargamos de recorrer buena parte de las dos ciudades que si no fuera por el río que las divide serían una. Nos despedimos, como de los buenos amigos, con abrazo y promesa de volvernos a encontrar.

En San Antonio Oeste, nos levantó un camionero. Raúl, correntino, alegre y muy charlatán. Nos dejó en Sierra Grande y a los 10 minutos nos volvió a levantar porque el encargado se había quedado en Comodoro y “no lo iba a controlar”.

Nos dejo en la entrada de Puerto Madryn, con la promesa de que si nos veía de nuevo, nos llevaba seguro. No habíamos apoyado las mochilas en el suelo, que ya Tato y Ana, una pareja oriunda del lugar, él jubilado (seguramente hace poco) y ella trabajadora de un banco, se ofrecieron a entrarnos a Madryn, recorrimos la ciudad con guías de lujo, explicándonos que ya Madryn “no era lo de antes” y nos dejaron en el camping.

Al otro día de estar acampados, por la noche, en la parrilla de enfrente, conocimos a Pablo y Romi, dos hermanos de La Plata. El, hacia dos años que trabajaba en Comodoro y ella había ido a visitar a su hermano que hacia mucho no veía y se habían escapado unos días a la Mar del Plata de la Patagonía. El resto de los días los pasamos con ellos recorriendo la península de Valdez. Visitando Loberías y acantilados y tomando mucho mate. Por supuesto que se ofrecieron a llevarnos hasta Comodoro y nosotros por supuesto aceptamos. Como pudimos metimos todo nuestro equipaje en el Corsa y partimos a Comodoro. En la terminal nos despedimos de los chicos con la promesa de volvernos a ver.

Algo me llamó la atención de estos tres encuentros, si bien gente de distinto sector social y educación, y hasta de edades bien distintas, en las charlas que surgieron y sin nosotros proponer el tema, se habló prácticamente de lo mismo, “el mundo anda mal”, “el hombre está mal”, Que pobreza, que violencia, que hambre, que contaminación, etc, etc etc… Obviamente que cada uno práctico respuestas y soluciones al mundo de hoy, algunas conservadoras, otras desde la “reacción” (de la impotencia, quiero creer) y otras mas progres, por decirlo de alguna manera. Yo ya casi me abstengo de creer en tener las cosas de este mundo demasiado claras como para solucionarlas o tener una respuesta a este embrollo que es el mundo moderno, por lo pronto intento seguir adelante con el viaje de la mejor manera posible, he intento no perder el asombro que me genera encontrarme personajes en todo el camino y escuchar que piensan como si viviera dentro de una película, solo espero que tenga un final feliz, ja!.

Otra cosa me llamó la atención desde que entre en la Patagonia, todo el mundo nombra a “Los Petroleros”, tribu patagónica con nombre de novela de ciencia ficción barata. Al parecer, la costa de todo esta región y mas que nada el sur vive del petróleo, de ahí tanta gente trabajando en esta actividad, el imaginario colectivo los tiene como hombres que ganan mucho dinero, en su mayoría separados (¿será porque trabajan muchos días seguidos?) y gastan su dinero en el juego y las mujeres, yo conocí apenas a algunos, entre ellos Pablo de Comodoro que para nada daba con el perfil. Pero bueno el imaginario colectivo es atractivo para la inspiración de alguna novela, ja!

Pasamos la noche en un hotel de Río Gallegos, del año treinta que me hizo acordar a mi abuela, y al otro día nos fuimos con Silvina, la chica que nos había contratado y Pachi el chofer de la estancia, llegamos casi al mediodía.

Por la tarde, ya nos estábamos probando el uniforme, bombachas de campo y remera de “al fin y al cabo” nombre de la confitería donde trabajaremos y viviremos los dos solos.

A la noche me designaron una pieza en el Taca, antigua construcción de madera de dos pisos. En mi pieza duermen, Norberto, chaqueño, cocinero de la Gamela, hospedaje de la tribu de los petroleros y Walter, entrerriano, chofer de una camioneta además de ser una especie de “che, pibe”. Al lado, de mi pieza duerme, Don Pérez, cazador de zorro colorado que todos los días se levanta a las 6 de la mañana y sale con su caballo en busca de alguna pieza y en el piso de arriba duermen los peones de campo que se levanta a las 7 de la mañana con alguna cumbia al taco para empezar el día, y salen a arriar con sus cuatriciclos algunas de las 13.000 ovejas que posee la estancia.

A Ceci, le toco dormir en una pieza de la hostería, con Lina, chaqueña, cocinera y hermana de Norberto y con Norma, boliviana, encargada de la lavandería.

Completan esta familia, además de los varios dueños y herederos de la Estancia Monte Dinero, Silvina y Maru, oriundas de mis pagos, que son las encargadas, administradoras, a veces cocineras, a veces psicologas y hasta a veces mamás de muchos de este lugar que se nos empieza a dar a conocer en estas latitudes. Todo parece un reallity show de una estancia, con amores, odios, personajes e historias, que se nos van dando a conocer a medida que nos internamos en este mundo que no parece estar tan mal en esta parte del sur.

sábado, 18 de octubre de 2008

Por las Rutas Argentinas...


La última noche en Monte fuimos a un Observatorio que hacia días nos habían invitado, luego de caminar por calles oscuras llenas de arboles, llegamos a unos medanos y perdidos en la noche emprendimos la subida hacia donde creiamos que era el lugar. Nos recibio el Chana, un ferretero de Monte Hermoso aficionado a las estrellas, y cinco chicos de entre 8 y 15 años. Era viernes y la noche estaba estrellada. El lugar recien era una loza construida con algunas paredes pintadas, decoradas con posters del universo, el sistema solar y otras cosas más, el Chana les enseñaba a los chicos a pulir unos vidrios para que armaran su propio telescopío.
Con uno bastante grande que habia armado el Ferretero, nos dedicamos durante mas de una hora a mirar la Luna, Jupiter, las nubes de Magallanes y varias constelaciones.
Mientras volviamos a la casa de Mechi caminando por calles desoladas y comiendonos un rico chocolate, se nos presentaron dos sentimientos casi inmediatamente. Por un lado nos reiamos de hacernos tantos problemas en este mundo y apenas ser un pelo encarnado en este Universo.
Por otro lado, la pasión y el amor que le ponía el Chana y esos chicos a su hobby nos daba la impresión de que era por lo único que habia que hacerse problema... descubrir lo que nos hace senitr vivos.

Al día siguiente nos levantamos tempranisimo y partimos a Bahia Blanca. el día iba a ser larguisimo... Tomamos un tren que iba hasta Carmen de Patagones. Una maquina y dos vagones casi que volaban por el sur de la pcia de Bs As hacia la puerta de la Patagonía. En nuestro vagon apenas viajaban 5 personas . Mientras el tren cruzaba por campos de medanos verdes, por estaciones desoladas y por algun que otro paraje casi desértico, el polvo que entraba por las ventanas se empezaba a acumular en nuestros bolsos, ropas y por sobre todo en el pelo y en la boca.
En Carmen de patagones bajamos sacudiendonos y masticando tierra, mientras los pueblerinos conocedores del lugar y del Tren de Polvo nos miraban y se reian de nuestro aspecto.
Salimos de la estacion, para tomarnos un colectivo de linea que nos lleve a Viedma, estabamos esperando cuando aparecieron 5 personas con camperas que decian "Drogas ilegales". Policia. Se ve que alguién avisó que habian llegado dos mochileros. Mi conciencia estaba tranquilo porque no llevaba nada que me comprometiera, mas que una tuca que descarte en menos de diez segundos, mi corazon latia a diez mil porque la presion psicología que ejercieron en un primer momento era importante.
Nos llevaron a una esquina y empezo el desarme de los bolsos. Media por media, calzonicillo por calzoncillo, no dejaron absolutamente nada en mi mochila, todo desplegado por la vereda, cuando terminaron conmigo siguieron con Ceci. El tiempo pasaba e ibamos entrando en confianza con los policias. Uno conocía Merlo y habia ido a bailar al Monumental y al CCP, otro habia vivido en Haedo, etc... yo armaba mi mochila y Ceci desarmaba la suya, mostrandole todas las artesanías que teniamos, empezaron a preguntar por las piedras, por las pulseritas, "aca podes conseguir esta, está buenisima" o " y esta de donde la traes" nos decian. (Ver aparte dialogo Ceci con Policia). Ya estabamos como chanchos... Mientras yo charlaba con dos de la vida, de que haciamos y esas cosas, Ceci, dos hombres y una mujer policía chusmeaban como nenes las cajitas de piedritas y otras cosas y discutian el origen de cada una. Cuando termine de armar mi mochila, estaba agrandadisimo, lo miro a uno y le digo " me hiciste desarmar todo, por lo menos me tenes que llevar hasta el rio". Estallaron de la risa, "Rapido el de Bs As" dijo uno. Nos saludaron y cada uno se fue para su móvil y arrancaron. Ceci ordenaba su bolso. La camioneta de dos policias no arranco, bajaron el vidrio y dijeron "les falta mucho?" "no, por?" le dijimos. "Vamos que los llevo". City tour por Patagones en patrullero. Nos llevaron a la plaza, a la iglesia, nos contaron la historia de ahi, nos dejaron en el muelle para cruzar el rio, y nos desearon un buen viaje.

Cruzamos a Viedma en barco, segurisimos de que Pablo, (un flaco que nos podia alojar) que ni siquiera conociamos vivia en Viedma. Hablo por tel con Pablo me da unas indicaciones y empezamos a buscar la casa por Viedma, despues de un rato de buscar ya cansados y casi de mal humor lo llamo de nuevo y me dice "pero de que lado estas?" "de Viedma", "pero yo vivo en Patagones" ...otra vez a cruzar el barquito con las enormes mochilas subiendolas al techo, tratando de no caernos al agua. Por suerte Pablo, actor y clown, aparte de ser una gran persona, nos recibio con unos mates y como si nos conociera de toda la vida. Era la primera vez que lo veiamos. NosNos dio una pieza para dormir y pasar la semana. Nos sentiamos como en casa... abierta. A la noche fuimos a una fiestita de una amiga pintora de él, tomamos unos tragos y bailamos un buen rato entre gente linda, habia sido un largooo día. Continuará...


viernes, 3 de octubre de 2008

Solo 12 segundos de oscuridad...

Las casi dos semanas que pasamos en Monte Hermoso, en la casa de Mechi, fueron como un largo Día para mi. Mientras Ceci se dedicaba a agrandar nuestro paño de artesanías, que esperamos nos de de comer en otros países, Mechi hacia otro tanto con su platería mientras le enseñaba a Yani los secretos de su arte. Yo me dedicaba a caminar por la playa, a dormir, a leer Voltaire y por casualidad, la 2º parte del Eternauta, o a mirar algo de futbol por la tv. Los días pasaban sin muchas diferencias.

Una caminata al centro en busca de información para ver como nos ibamos a viedma me detuvo en un kiosco en busca de un alfajor, sin querer queriendo vi la tapa negra de los diarios de ese día, parecía que se caía el mundo y yo acá en la playa "como si nada". De repente me cayó Buenos Aires encima, recordé a los amigos que tanto extrañaba y con los cuales seguramente habriamos disernido sobre el mundo actual, el sistema y todo eso, obviamente despues de hablar de fútbol. Mientras volvía aflígido o mas bien indignado con las noticias por ser tan "irreales", en mi cabeza sonaba un tema de las pelotas..."que se mueran con su información, basta saber donde estoy, basta saber lo que quiero".
En los días siguientes, me dedique a jugar al basquet con Ceci en un aro de una calle de arena, a jugar a la paleta en la playa o a tirarnos en tabla por los medanos, intente hablar de fútbol con ella pero deseche la idea inmediatamente, tampoco se dió lo de patear unos penales en la playa.
Definitivamente hay dias en que se extraña a los amigos.

Cuando Ceci se recuperó de unos dolores en la espalda, decidimos salir de la casa para hacer una excursión a Pehuen-Co, pueblo balneario a 25 km de Monte por playa de apenas 500 habitantes. Hicimos los bolsos, preparamos la vianda y al otro dia salimos caminando hacia Pehuen-Co con Felipe, India y la Perri, los tres perros con los que vivimos, decididos a pasar la noche en el lugar, como sea.

La caminata fue larga, mas de 4 horas por la playa, por momentos no sabia si estaba en la costa bonaerense o en algun lugar de Uruguay o Brasil. Llegamos rendidos, el pueblo era hermoso, calles de arena con grandes pinos y casas muy prolijas, con algunas rarezas como un Barco enorme lejos del mar hecho casa o una ferreteria con forma de plato volador llamada Ferretería "El Plato Volador". En el supuesto centro, dos almacenes abiertas y 4 o 5 personajes que no tenian cara de beneficencia, compramos algo para comer y decidimos buscar algun refugio para pasar la noche, de los 10 o 15 personas que vimos en todo el pueblo, nadie nos inspiro demasiada confianza como para pedir un techo.
Después de buscar encontramos un boliche abandonado sobre el mar que antes habia sido de la prefectura naval. Nos metimos por una ventana y nos acomodamos en la pista de baile, Ceci en una sabia decisión aconsejo dormir en la cocina, atrás de la barra, estuvimos de acuerdo y trasladamos todo ahí, pusimos unos cartones y a las 8 de la noche estabamos todos acostados en nuestras bolsas. Después de haber visto el mas bello atardecer desde que estoy cerca del mar. La primera que se durmió fue Ceci. Mechi, Yani y Yo en silencio, cada uno con su conciencia, se quedó dialogando con sus fantasmas, con "la vibra del lugar", con la "desprotección que sentía" o con el "Futuro de esa noche" respetivamente, mientras los perros ladraban inquietos y buscaban un sitio donde dormir. A eso de las 4 de la mañana, luego de la vuelta número 300 dentro de la bolsa de dormir, depués de retar, empujar, correr y blasfemar contra los perros, logré conciliar definitivamente el sueño. A las 8, me desperté y partimos para monte, la noche había pasado...


Caminamos una hora por la playa, un jeep con albañiles se apiado de nosotros y nos llevó de regreso a monte, los perros tuvieron que hacer 20 km a pata, el último Felipe llegó dos horas después. A la tarde nos encontramos los cuatro bailando, haciendo música y tomando fernet en el patio de la casa de Mechi, como si hubieramos traido los fantasmas del boliche en nuestra mochila. A las ocho estabamos tirados en la cama, fusilados, Ceci y Mechi se durmieron inmediatamente, yo me desvelé y me quedé mirando Estudiantes-Arsenal, hasta la 1 no me dormí, era jueves día que nos juntabamos con los chicos a filosofar sobre la vida.
Definitvamente hay días que se extraña a los amigos.


sábado, 20 de septiembre de 2008

Toma el tren hacia el Sur





Llego el día de partir: 14 de septiembre de 2008.

Después de terminar mi corto y entregarlo para recibirme, empecé el desmonte de mi casita que me habia cobijado durante 5 años. A medida que se acercaba la fecha de viaje empezaron las despedidas, los abrazos interminables, las comidas en casa de amigos, parientes y seres queridos, las lagrimas, las sonrisas, las promesas de "...nos vemos en el camino". Fiesta, baile, abrazos, que mas podia pedir, la estaba pasando barbáro en Bs As. justo ahora me voy?

La última despedida fue un domingo en Constitución, el dia anterior habiamos vivido una fiesta memorable con todos los amigos saltando al ritmo de la Esponjosa, ese dia batimos records de abrazos. Nuestra primera parada era Mar del Plata y algunas personas decidieron venir a darnos el último adios. Raro, me estaba yendo a mar del plata y un montón de gente nos estaba despidiendo, raro.

Mar del Plata, nos recibió como cualquier ciudad grande, indiferente. Nos tomamos un colectivo de linea que nos llevó al barrio San Carlos, a la casita de Ro, una amiga de Ceci. Mientras subiamos al bondi, sacabamos boleto, intentabamos no pegarle a nadie con nuestras mochilas y acomodabamos nuestros bolsos cerca de una asiento para no incomodar a nadie, una señora con cara de rutina, con la fuerza de la costumbre casi gritando dijo "Bocha (el colectivero), apurate!!! La Gente tiene que trabajar, los démas no importan...". Con Ceci nos miramos casi pidiendo disculpas de que no seamos gente, igual ibamos camino a serlo...


Los días en la casa de Ro fueron de descanso, supongo que descanso de tanta fiesta, mudanza, abrazos... Una nochecita decidi bajar al acantilado, cuando llegué recien asomaba por detras del mar la luna naranja y redonda, la estadia en mardel estaba justificada, tardó menos en elevarse que mi cigarrillo en consumirse. Los días pasaron muuuyyy tranquilos, ahora en Monte Hermoso, en la casa de Mechi, se empieza a sentir mas el sur, el frio no quiere dejar llegar la primavera.